Un rayo de luz ténue atraviesa la hermosa cúpula del hotel para iluminar el encanto de su interior, esta imagen es solo el comienzo de la belleza que distingue al hotel Raquel. Cuando se detallan los magníficos interiores de esta construcción, su verdadero origen puede parecer improbable e increíble: el Raquel fue construido en 1908 como un almacén para productos textiles. Al contemplar las altas columnas de mármol y las elaboradas mamparas de vitrales que se encuentran por todo el vestíbulo, es difícil de imaginar que el edificio fue alguna vez un almacén. 

Además de la indiscutible belleza exterior del edificio, sus regios interiores denotaban por entonces una sólida prosperidad. Sus estantes mostraban tejidos de innumerables variedades como muestra de los productos de casi todos los mejores fabricantes de Inglaterra, los Estados Unidos, Francia y España. Su almacén - ubicado en el sótano, con una capacidad de 2000 metros cúbicos -, un tranvía para facilitar el manejo de las mercancías, el  ascensor eléctrico, así como su magnífica escalera de mármol para acceder a los pisos superiores, donde existían varias oficinas arrendadas, denotaban el sugerente confort de la casa. Este moderno edificio, que alumbraba con electricidad todas sus dependencias, reservaba excelentes comodidades para sus clientes, entre las que contaban un gabinete de lectura y una biblioteca.

En 1914 la sociedad mercantil es disuelta y la finca queda vendida. Se sucedieron en el tiempo numerosos inquilinos hasta que, de la Publicitaria de la Industria Alimenticia pasa a manos de la Oficina del Historiador de La Habana, para ser restaurado y convertido en hotel. Una breve mirada alrededor revela la conmovedora referencia a la cultura judía, que acentúan las pinturas inspiradas en temas bíblicos (creadas por artistas cubanos contemporáneos). Asimismo, el elegante restaurante ofrece platos de la cocina judía típica.

La última parada del ascensor de hierro forjado es la azotea. Allí hay una pintoresca cúpula donde las parejas de luna de miel pueden disfrutar de una cena romántica; también es un magnífico lugar para disfrutar de una copa o, simplemente, contemplar la ciudad.